07 abril, 2008

La marcha que inicio Gandhi

En épocas como ésta, en que la lucha con protestas es criminalizada y a la vez reprimida con toda la fuerza emergente del Gobierno Central, es vital volver hacia los pasos de aquellos personajes y/o hechos históricos que lograron el cambio de una manera diferente.

Hasta la primera mitad del siglo XX, la India había permanecido bajo el control del Imperio Británico; y ante esto Mahatma Gandhi fue un luchador que buscó la libertad de su patria con las armas de la Desobediencia Civil y la No-Violencia.

Gandhi estuvo influenciado por Henry David Thoreau (1817-1862), filósofo norteamericano que en su época demostraba su descontento con la política de su país, negándose a pagar impuestos; razón por la cual, en varias oportunidades, dio a parar a la cárcel; en su escrito titulado Desobediencia Civil explica el porqué de su comportamiento. Otro de los pensadores que tuvo profunda cala en el pensamiento de Gandhi fue su amigo León Tolstói (1828-1910), quién no vio mejor manera de combatir el régimen zarista que con la desobediencia civil, por medio de una lucha pacifista.

El 12 de marzo de 1930 se llevó a cabo uno de los hechos de Desobediencia Civil más simbólicos, La Marcha de la Sal. Gandhi, en compañía de algunas decenas de seguidores, emprendió una caminata de 358Kms. hacia el mar de Omán; donde encabezados por Gandhi, cientos de ciudadanos que se fueron adhiriendo a la causa tomaban puñados de sal marina. Por este acontecimiento, muchos hindúes, incluyendo a Gandhi, fueron detenidos y llevados a la cárcel; pero este hecho tenía un propósito mayor: Gandhi se rebelaba ante la ley británica que durante siglos había monopolizado la distribución de la sal, prohibiendo su producción artesanal. Era un aviso al Imperio Británico de parte del pueblo hindú, que pedía a paso de huelgas de hambre y protestas no-violentas su independencia.

La desobediencia civil se convirtió para Gandhi en un derecho inherente a todo ser humano, a declarar públicamente que uno está en desacuerdo con un régimen, una ley o toda una política. Este ejemplo fue aplicado posteriormente por otros emprendedores como Martín Luther King, que buscaron diferentes alternativas para cambiar en lo que, pensaron, podría ser mejor. La desobediencia civil obedece a un cúmulo de factores: un régimen; una ley cuyo incumplimiento posee un castigo; y un ciudadano, o colectivo, que es consiente de las consecuencias de su desobediencia, pero prefiere acatar la ley de su moral.


Evolet

¿Quien obedece al desobediente?

No fue Gandhi quien instituyó la desobediencia civil, ni él ni cualquier otra persona, en tanto individuo: fue la masa quien la instituyó. No se trata de una persona, se trata de personas, y al parecer, Hernán Fuentes, presidente regional de Puno, no ha tomado muy en cuenta esto.

En los últimos meses y, más en claro, en los últimos días, luego de que Fuentes fuera acusado en el parlamento por congresistas electos en Puno, por siete casos ante la Comisión de Fiscalización del Congreso, hoy es la Contraloría quien investiga tres denuncias concretas: el desvío de 5 millones de nuevos soles del fondo de la Zona Económica Especial de Puno (ZEEDEPUNO), el supuesto pago de "planillas doradas" con recursos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con sueldos de entre 5 mil y 8 mil soles, además del gasto de 8 millones de soles en “propinas”, supuestamente para remunerar a los funcionarios del Programa Nacional de Movilización por la Alfabetización (PRONAMA) y promotores de salud.

Criticado por los medios debido a su idea de “mayor autonomía”, con cierta connotación separatista, y abanderado de la desobediencia al régimen estatal, como el hecho de pasar por encima del Ministerio de Educación en el afán de hacer una nueva evaluación a profesores puneños, Hernán Fuentes muestra ser un triste ejemplo de la desobediencia civil.

“Es una idea descabellada confundir descentralización con autonomía, que significa romper el Estado. Estamos contrarios a ello”, expresó para RPP noticias, Ollanta Humala, el 19 de marzo. Pero, ¿no sería incongruente, además, como una persona que gusta de gastar dinero del Estado en pequeños lujos, como una camioneta Toyota de 125 920 soles, pretenda romper con él?, entonces, su discurso no sería más que demagogia.

En estos primeros días de abril, ha sido entendido como lamentable por el secretario regional del partido político Unión Por el Perú (UPP), Edmundo Aza Ampuero, el paro de 24 horas que se dará en Puno el 11 de este mes. “Debe quedar claro que la protesta que están organizando sus simpatizantes, es para defender lo indefendible, la mala gestión de su líder”, indicó para Radio Pachamama, en Puno.

Sin embargo, Puno muestra ser un enfrentamiento de dos discursos, o mejor dicho de dos manifestaciones: la del 11 de abril, promovida por Fuentes, y la del 24 de abril, en rechazo al alza de los productos de primera necesidad y en contra de las irregularidades de Fuentes Guzmán y el presidente Alan García.

Hoy y siempre la desobediencia civil fue avalada por la población. Quizá no sea este el momento para Puno o quizá no sea Fuentes la persona quien dirija a Puno, lo cierto es que la falta de dirección del Estado sigue permitiendo que el sur sea fuente de disgregación.



El duque Nuez

Creatividad en la voz de protesta



Inconformismo, malestar social, desavenencia: muchas son las razones por las cuales uno puede alzar su voz en protesta. Huelgas, movilizaciones, performance: grande es la creatividad humana a la hora de hacer notar la diferencia. En el Perú, mientras peor nos trate la vida, con mayor gusto se aprecia el nacimiento de pequeñas expresiones rebeldes que invitan a abrir los ojos a lo que no se quiere o puede decir.

I

En los años 80’s las constantes arremetidas de los grupos subversivos, contextualizados en una realidad que no dista mucho de la actual, nos fueron envolviendo en una oscuridad producida no sólo por los estallidos de torres eléctricas, sino también, y mucho más importante, por el miedo y la desinformación. Ante esto, se recuerda con mucho cariño el performance de Jaime Higa que, vestido y maquillado de blanco, emula un sangriento suicidio en las instalaciones de la galería de la Escuela de Arte de la Universidad de San Marcos. Él es el Perú, y su blanco cuerpo se va contaminando con la sangre que lo inunda, recordándonos la agria esencia de nuestros colores patrios. Fue sólo un momento y marcó, pues lo efímero y representativo te invita a reflexionar a través del accionismo del cuerpo.

II

Para finales de los 90’s otro era el actor clave que nos envolvía en el oscurantismo. Fujimori anunciaba libremente sus intenciones reeleccionistas, y para ello no escatimaba en cuanto personalidad pública tenga que destituir para alcanzar nuevamente la presidencia. Esta fue, para muchos, la envestida que forjó un cambio en la actitud pasiva de la población. A partir de este momento, artistas, intelectuales, profesionales, estudiantes, y cuanta persona se quisiera afiliar, se levantaron para conducir su malestar por la dictadura vigente hacia la conciencia crítica de toda la población.

En el año 2000, en reconocimiento al Colectivo Sociedad Civil que representaba a este sector de la población disconforme con el régimen fujimorista, la revista Caretas anunciaba en una de sus páginas: “Ha quedado demostrada no sólo la eficacia de la lucha sostenida y honesta, sino que ésta no tiene por qué estar reñida con la creatividad, el humor y la celebración. Porque de eso se trata. De festejar la proeza humana, los ideales ciertos, la valentía en el momento indicado, y -por qué no- el aguante de ciertas especies al despropósito humano.”

El Colectivo Sociedad Civil comenzó expresándose en contra de las elecciones del 9 de abril con un ataúd en frente de la ONPE dando de muerta a la democracia. Los siguientes actos públicos se reiteraban cada semana: “Lava la Bandera” y el “Pon la basura en su Lugar” contagiaron con su higiene cívica a toda la conciencia peruana.

Estos son sólo dos modelos de lucha que aportaron con su creatividad al cambio en la sociedad. Dos modelos que no se debería olvidar en momentos en que la protesta es criminalizada, y el pensar distinto es sinónimo de terrorismo. En momentos en que la única forma de darle la vuelta al sistema oficial es la creatividad.


Evolet

06 abril, 2008

Machuca en blanco y negro


El mundo pareciera estar dividido en dos grandes bandos: los que tiene y los que no, donde “nunca juntarse” juega a ser la regla de oro. Machuca, película de Andrés Wood, parte de este pequeño esquema dibujado en un país, en una ciudad, en un colegio privado llamado Saint Patrick, en Santiago de Chile, en 1973 – época de convulsión social (gobierno de Allende)-. Machuca es a la vez el apellido de Pedro, niño humilde y amigo de Gonzalo Infante…niño rico.

La dualidad simbólica es clara: dos bandos huelguistas; dos colores en un mismo colegio(los indios y los gringos); dos poblaciones divididas, no solamente por un río, y en cada una sus opresores y oprimidos, respectivamente; además, la dualidad simbólica recae en la desobediencia como justa oposición, es decir, la desobediencia política (padre Mc Enroe) y la desobediencia social (Pedro y Gonzalo).

El padre Mc Enroe, director del colegio privado, se opone a la jerarquización social con su proyecto de unión entre niños ricos y pobres a través del estudio y el trabajo; entonces, consigue becas para niños pobres (entre ellos, Pedro), cosa no bien vista por algunos padres de familia y que, con el tiempo, la fuerza de la dictadura militar se encargaría de dar fin. Quizá por ello, Machuca sea más que una buena película: es un libro sociológico que provoca leer, sin apologías a los sistemas, como otras tantas. Para ello, Wood evoca diversas vivencias con el fin de dar vida a la película y a la vez dar lecciones didácticas, libres de moralina, como la reunión de padres en el colegio, la oscura relación amorosa de la mamá de Gonzalo, las peleas colegiales, los primeros besos, el inicio de una vida amorosa, la amistad de Pedro y Gonzalo como oposición a las normas sociales y su posible fin a causa de la represión militar vista en el asentamiento humano de Pedro, a través de los ojos de Gonzalo.

Así, la desobediencia civil del padre Mc. Enroe, Pedro y Gonzalo, calla frente a la represión militar y toma un color de monótona derrota y de tranquilo pesimismo de no saber nunca que pasa con el resto de personas.




El duque Nuez